
Cuando la hormona paratiroidea (PTH) segregada por la glándula paratiroides está elevada es cuando se habla de hiperparatiroidismo secundario. Esta hormona se encarga de la regulación del calcio y mantiene los niveles en estado normal. El hiperparatiroidismo secundario es una enfermedad asociada a la enfermedad renal. En fases muy tempranas de esta enfermedad, cuando aún no existe insuficiencia renal y los pacientes no deben hacer diálisis, ya se incrementa el nivel de esta hormona.
Hay muchos factores relacionados con la hormona paratiroidea, como la retención de fósforo y el déficit de vitamina D.
Si en un análisis de sangre rutinario, el médico de atención primaria detecta los niveles de PTH elevados, deberá remitir al paciente a un especialista.
A medida que avanza la enfermedad renal van aumentando los niveles de fósforo, bajan los niveles de calcio y hay un déficit de vitamina D. Todo esto empeora la aparición del hiperparatiroidismo secundario.
El nivel de PTH en la población en general está alrededor de los 80 pg/ml; cuando el paciente ya necesita diálisis, se permiten niveles de entre 150 y 300 pg/ml. Para mantener estos niveles, hay que controlar el fósforo con dieta y si no es suficiente, con fármacos que inhiben el fósforo a nivel intestinal para que no se absorban con las comidas.
Si ninguna de estas medidas funcionase y los niveles de PTH alcanzaran los 600 pg/ml, existen dos soluciones terapéuticas como la extirpación de las glándulas paratiroideas o el tratamiento con calcimiméticos, que permiten la reducción de esta hormona sin necesidad de cirugía.
La industria farmacéutica ha dado un gran paso con la introducción de los calcimiméticos, ya que su utilización supone, en muchos casos, evitar la cirugía.